La tesis indaga en la repercusión que produce la hibridación cultural sobre el territorio y la arquitectura. Con el fin de entender este efecto, la investigación se centra en el análisis de un caso concreto latinoamericano, la etnia maya-q’eqchi de Guatemala, donde los contagios existentes entre la cultura indígena tradicional y la cultura global inciden de forma relevante en las transformaciones de la estructura de los asentamientos y de la construcción local.
Esta investigación se diferencia de los trabajos existentes, centrados en la cuestión habitacional, ampliando el foco de interés hacia los espacios en torno a los que se realizan las actividades económicas y sociales. La tesis estudia estas infraestructuras, emplazadas a diferentes distancias del hogar, que desvinculan a los indígenas contemporáneos de la idea de aislamiento asociada a su identidad y definen su territorio actual como un archipiélago.
En paralelo, se recoge una segunda familia de casos de estudio complementarios que ejemplifican como la transformación cultural se produce también a la inversa: desde el mundo globalizado se busca la recuperación de modelos primitivos. A menudo estos ejemplos buscan rescatar la idea de aislamiento de los esquemas insulares de antiguos pueblos indígenas.
La tesis combina el análisis de los casos de estudio de las dos situaciones, apoyándose fundamentalmente en herramientas gráficas, con las lecturas transversales de ambas, con el fin de encontrar las analogías y contradicciones entre las dos realidades y su arquitectura resultante, entendiendo que se tratan de procesos de ida y vuelta. De lo rural a lo urbano, y de lo urbano a lo rural. De la tradición a la cultura global, de lo globalizado a lo primitivo. Dejando así abierta la reflexión sobre las arquitecturas que conviven en las realidades híbridas, como ocurre en la cooperación internacional o el turismo.