Un futuro instituto urbano de diseño digital debería saber aprovechar la caracterización de flujos a través del «big data» para identificar nuevas oportunidades de generación de una arquitectura concebida para remar a favor de las corrientes orgánicas de la ciudad. Para ello, la generación de proyectos de diseño urbano puede beneficiarse de los avances que la geografía del comportamiento ha realizado, desde Kevin Lynch, en relación a nuestra percepción del diseño urbano.

En cuanto a su vertiente metodológica, resulta pertinente sistematizar la aplicación de la ciencia de datos a la medición del grado de «éxito» de los proyectos generados, teniendo especialmente en cuenta la manera en la que los habitantes de la ciudad perciben y visualizan ésta en su cerebro, como paso previo al ajuste de dichos proyectos en un cuasi-permanente proceso de re-configuración, prueba y error, análogo al que tiene lugar en la naturaleza respecto a la evolución de la vida.

Procede, por tanto, establecer las posibilidades, límites y campos de aplicación de un diseño urbano participativo, «ágil» o «evolutivo», acorde con la naturaleza orgánica o «ecosistémica» de la ciudad.

La tesis posee una doble vertiente. Por un lado, epistemológica, en la medida que postula que los flujos (y los datos que los caracterizan) pueden ser fuente de inspiración de proyectos y de un conocimiento más profundo sobre el objeto construido. Y por otro, metodológica y práctica, ya que su producto final es la elaboración de una metodología de diseño urbano digital que incorpore la innovación abierta y el «feedback» en cuasi-tiempo real del grado de éxito de lo construido.