La tesis se centra en la construcción teórica de una idea de arquitectura en proceso. Las arquitecturas así denominadas se caracterizan por construirse a partir de temporalidades: situaciones disponibles en estado latente, potencialidades donde la forma del objeto arquitectónico queda suspendida, sin prefiguración alguna. Arquitecturas donde el usuario, y los acontecimientos que su acción produce en el espacio, son parte esencial para su entendimiento.

El punto de partida lo conforman tres contextos teórico-prácticos de la segunda mitad del s.XX: el movimiento metabolista, con especial atención a la relación entre modularidad y estructura; el trabajo de Cedric Price y Archigram centrado en sus proposiciones de flexibilidad extrema y obsolescencia programada; y, por último, la obra teórica de Bernard Tschumi sobre el poder del evento como disruptor espacial.

La riqueza teórica de dichos contextos está ampliamente documentada y es bien conocida en el ámbito académico. Sin embargo, su impacto real en la práctica es limitado, más aún en la actualidad, a pesar de que las ideas que representan son respuestas pertinentes a temas contemporáneos como la gestión del espacio público, la construcción de la ciudad o la absorción de eventos o situaciones excepcionales. El marco teórico se completa con una seria de conceptos inducidos del análisis de arquitecturas de muy diverso origen, escala y función. Dicha heterogeneidad en los estudios de casos es deliberada: no importa la localización, fecha de realización, forma o materialización del ejemplo en cuestión, sino las ideas que esas arquitecturas contienen.

El objetivo de la puesta al día y activación de esta idea tiene que ver con la recuperación de una vocación “publica” de la arquitectura, de la construcción de un modelo de ciudad capaz de producir y activar, a múltiples escalas, el espacio público de una manera natural e independiente.

Una arquitectura intrínsecamente infraestructural, publica y disponible.