Building in the Air | Construir en el Aire

De Ganímedes a Sonmi-451: construir en el aire
Mies van der Rohe, en sus proyectos en altura de principios de los años 1920, a pesar de no haber sido construidos, y Le Corbusier, en «La ciudad del futuro», 1925, a pesar de ser un libro centrado en el nuevo urbanismo, introducen la construcción en altura en la lógica y la poética del Movimiento Moderno y, junto a esos nuevos edificios, una arquitectura que decididamente quería dejarse influir ―y modelar― por el aire y el vacío.
Durante los cien años posteriores, el episteme de la construcción aérea o en el aire no ha dejado de crecer y sofisticarse. En 1958, Gaston Bachelard explora los aspectos más imaginativos del espacio, entre los que se incluyen metáforas sobre el aire y el cielo en la arquitectura, en «The Poetics of Space», publicado un año después de que Mircea Eliade, en «The Sacred and the Profane», 1957, examinara el simbolismo del aire, la altura y el vacío. Reyner Banham publica en 1969 «The Architecture of the Well-Tempered Environment», un ensayo en el que la arquitectura ligera y del aire se muestra como el resultado del arquitecto que sabe actuar a favor de la tecnología. Un poco antes, en 1962, Umberto Eco había ofrecido en «Opera aperta» el soporte filosófico para el arte y la arquitectura de lo «abierto» a través de un lenguaje que transitaba los conceptos de aire, ligereza y atravesabilidad. Por solo citar algunos trabajos, ya en siglo XXI, Jonathan Hill en «Immaterial Architecture», 2006, se centra en la arquitectura intangible y atmosférica, y Antoine Picon, en «Digital Culture in Architecture», 2010, trata aspectos de tecnología, percepción, y también estructuras percibidas como aéreas o flotantes, y en «Smart Cities: A Spatialized Intelligence», 2015, explora los entornos «inteligentes», que incluyen conceptos urbanos aéreos y flotantes.
Junto a la historia relatada, algunos de los arquitectos más visionarios imaginaron y construyeron ciudades y edificios en el aire. Casi todos estos ejercicios fueron mayoritariamente aclamados por la historiografía y la profesión. Buckminster Fuller diseñó no solo cúpulas geodésicas apoyadas en la superficie, sino también «Floating Cloud Structures (Cloud Nine)», ca. 1960, probablemente su paisaje urbano más sugerente. Los bellísimos dibujos de ciudades flotantes que llenaron la carrera de Yona Friedman convirtieron el hecho de construir en el aire en una normalidad poética asumida como necesaria. Las propuestas de Archigram «Walking City», 1964, e «Instant City», 1968, soñaban con ciudades que ocupaban el aire y se desplazaban alegremente por él. Frei Otto construyó una arquitectura disuelta en el aire en la Ciudad Olímpica de Múnich, 1972, capaz simultáneamente de resolver un problema funcional extremadamente complejo y extender un territorio amable, atractivo y sorprendente. En esta brevísima relación no pueden faltar las propuestas de Lebbeus Woods, que cerraron el siglo XX con edificios aéreos sofisticados,
plásticamente complejos y conceptualmente densos, convertidos algunos en iconos mediáticos, como también lo fueron sus predecesores citados.
Los mundos plásticos de los videojuegos y el cine acompañaron con entusiasmo los descubrimientos de los arquitectos. Fritz Lang con «Metropolis» en 1927, Ridley Scott con «Blade Runner» en 1982 y Tom Tykwer, Lana Wachowski y Lilly Wachowski con «Cloud Atlas» en 2012, continuaban, en realidad, la tradición mitológica que en la Antigüedad desveló la historia voladora del arquitecto Dédalo y su hijo Ícaro, o alzó a Ganímedes al Olimpo, otra ciudad en el aire.
Madrid no se quedó atrás en sus sueños de aire, uno de los cuales ocupó el lugar propuesto para el ejercicio. Destacan dos grandes proyectos clásicos: el Templo de Salomón de Juan Bautista Villalpando, 1604, publicado en «El tratado de la arquitectura perfecta» y levantado hacia el cielo de modo casi imposible sobre una estructura colosal, y el salón político de Silvestre Pérez, 1810, un desarrollo urbano que flotaba sobre el vacío para conectar el Palacio Real con la cúpula de San Francisco el Grande, convertida en sede de las Cortes.

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