La actividad desarrollada en los años 50 en los Poblados Dirigidos por aquellos que estarían llamados a ser los padres de la arquitectura moderna española en la segunda mitad del siglo XX se cuenta entre las más delicadas y llenas de consecuencias de todas sus carreras.
Con escasos medios, en un clima político y económico de gran dureza, y debiendo contar con la mano de obra ofrecida por los propios residentes, los Poblados Dirigidos, con sus aciertos y sus carencias lógicas, se han convertido en un ejemplo de compromiso arquitectónico que ha adquirido con el tiempo la dimensión de un hito en la historia de la arquitectura española.