A propósito de los gallineros, bodegas, chiqueros, etc. del valle central de Chile, se pueden proponer una serie de ideas, al interior de la disciplina. Estas construcciones menores funcionan como infraestructuras que complementan una agricultura de subsistencia. Su resolución, casi arcaica, está desprovista de germen disciplinar. Si bien pueden ser la culminación de una idea, se plantean como la representación en sí misma de su proyecto, forjado en generaciones. Son capaces de representar, en conjunto, una tradición, un territorio y paisaje agrícola, un modelo económico y hasta un ideal político, constituyendo un patrimonio material e inmaterial, de carácter universal, constituyendo un tipo de construcción al cual se puede superponer un aparato teórico de análisis. El estado inconcluso de las construcciones, hace más evidente la condición de proyecto infinito en el que se encuentran, temporal como espacialmente, en cuanto representación, muestran una idea de proyecto, revelan una tradición constructiva y representan el territorio que las origina y soporta, lo común está presente tanto en la trivialidad de su función y circunstancia material como en la condición colectiva de unas lógicas y operatorias constructivas profundamente arraigadas al lugar que las origina.