La génesis de la urbanización de Sotogrande del Guadiaro en Cádiz, como moderno asentamiento urbano comienza con la planificación del complejo turístico en el año 1962. En una situación privilegiada junto al mar Mediterráneo, en el Estrecho de Gibraltar, a comienzos de la década de los 60 del siglo XX se desarrolla el proyecto de habitar reservado para las élites. Sus creadores, liderados por las familias McMicking y Zobel de Ayala encargan a los mejores arquitectos españoles del momento los edificios singulares y representativos del complejo, así como las primeras viviendas unifamiliares. La influencia de la arquitectura americana y la intervención de Gutiérrez Soto, Carvajal, Coderch, Corrales y Molezún entre otros (1962-1976), producen una experiencia y una aventura arquitectónica digna de ser investigada, analizada y reinterpretada.
Mediante el método inductivo, desde el conocimiento de la obra al proyecto arquitectónico, y a través del análisis crítico de la historia del urbanismo y de la arquitectura moderna en este territorio de marcado conflicto internacional, caótico, cosmopolita y globalizado se profundiza en la composición arquitectónica de la vivienda moderna, como modelo revisado capaz de renovar y transformar el paisaje conformando su propia identidad contemporánea.
El proyecto de habitar representa aquí la conquista de la naturaleza y del paisaje por la arquitectura moderna, donde puede observarse el interés por sintetizar la arquitectura popular y mediterránea. El expresionismo racionalista se muestra en una profunda admiración por la arquitectura vernácula y anónima y se manifiesta de forma austera y pragmática. El empleo de elementos de composición sencillos pero refinados demuestra el pragmatismo de la casa, dentro de un uso más destinado al descanso y al ocio que a la propia concepción heideggeriana del habitar. Se trataba entonces de una “casa de verano”, al menos en el momento de su concepción, destinada básicamente al confort y al bienestar, hoy más cercana al hedonismo.